Un estudio de la Universidad del Sur de California, dirigido por Eric Rice y recién publicado en la revista Pediatrics, asocia el sexting entre adolescentes con una mayor probabilidad de un comportamiento sexual de riesgo. Los adolescentes que practican sexting son siete veces más propensos a ser sexualmente activos que los que aseguraban que no usan el móvil con fines sexuales. El trabajo advierte además de que el riesgo es aún mayor en el caso de los adolescentes de más edad y que no son heterosexuales.
Los investigadores se basaron en un amplio cuestionario a 1.839 estudiantes de instituto en Los Ángeles. El 75% de los que participaron tenían teléfono móvil y lo usaba todos los días. De ellos, casi el 16% (12% del total de estudiantes) reconoció haber enviado algún mensaje o una foto de sexo explícito y casi el 54% (40% del total) aseguró conocer a alguien que practicaba sexting.
La conclusión de los autores del estudio es que el sexting más que un sustituto del sexo físico, forma parte de un conjunto de prácticas sexuales de riesgo entre los adolescentes. Recomiendan a los médicos que hablen del sexting con los chicos de una manera amistosa como manera de introducir el debate sobre las prácticas de riesgo en general con el fin de prevenir ETS y embarazos no deseados, así como introducir el sexting y sus riesgos en el curriculum escolar de educación sexual.
Un estudio publicado esta semana y realizado por University of Texas / Medical Branch Health entre adolescentes de 14 a 19 años que estudiaban en institutos públicos de los EE. UU., reveló que más de 1/4 de los adolescentes había enviado una foto de sí mismos desnudos por medios electrónicos, que la mitad había recibido solicitudes para hacerlo y que 1/3 había realizado tales peticiones. El estudio también mostró que lo más común es que los chicos se lo pidan a las chicas (al 27% de ellas les molesta mucho) y que los que realizan sexting coinciden en mayor número con los que salen con alguien y con quienes mantienen relaciones sexuales. En el caso de las chicas el estudio lo relaciona con prácticas como el consumo de alcohol o drogas antes del sexo o el tener múltiples parejas.
El estudio, que ha sido publicado en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, incluye recomendaciones para que se suavicen las consecuencias legales del sexting consentido, porque de extrapolarse los datos del estudio, advierten los autores, varios millones de adolescentes podrían ser acusados de pornografía infantil a causa del sexting. También se dirige a los pediatras, para que estén atentos a este comportamiento como posible indicador de riesgos sexuales y debido al mucho tiempo que pasan los adolescentes utilizando los denominados medios sociales.
Según una serie de estudios que viene realizando el Crimes Against Children Research Center de la Universidad de New Hampshire, uno de cada cinco jóvenes de los EE. UU. recibía solicitudes de tipo sexual en Internet en 2000. La cifra bajó a 1 de cada 7 (13%) en 2005 y se acaba de anunciar (publicado en la revista Journal of Adolescent Health) el dato de que actualmente (datos de 2010) está en el 9%. Eso significa un descenso del 50% en 10 años.
Estas solicitudes fueron definidas en el estudio como «peticiones para realizar actividades sexuales o mantener conversaciones sexuales o para dar información sexual personal, que no eran deseadas y que fueron realizadas por un individuo de 5 ó más años». Para determinar su incidencia se preguntó a los chicos si en el último año:
…¿alguien en Internet ha intentado que hablases online de sexo cuando tú no querías?
…¿alguien en Internet te ha pedido información sexual tuya cuando no querías responder a ese tipo de preguntas? (preguntas muy personales acerca del aspecto de tu cuerpo o actividades sexuales que has realizado)
…¿alguien en Internet te ha pedido que hagas algo sexual que no querías hacer?
En el informe titulado «Tendencias en la Victimización de la Juventud en Internet: Resultados de tres encuestas sobre seguridad de los jóvenes en Internet (2000-2010)«, también se constata que la exposición no deseada a la pornografía online también desciente entre los jóvenes estadounidenses. La cifra bajó del 34% al 23% entre los menores de 10 a 17 años desde 2005. El único problema que muestra una tendencia al alza es el ciberbullying/ciberacoso, en el que los investigadores aprecian un auge del 6% en 2000 al 9% en 2005 al 11% en 2010.
Según la autora principal del informe, Lisa Jones, «pese a que las constantes noticias acerca de los riesgos en Internet podrían dar la impresión de que todos los problemas online están empeorando para los jóvenes, no es el caso. El entorno online podría estar mejorando.»
Una hipótesis acerca de la reducción de las solicitudes sexuales sería el traslado de las interacciones a las redes sociales. Según los autores, la naturaleza de estas redes hace difícil recibir solicitudes fuera de contexto de personas totalmente desconocidas y circunscribe las comunicaciones de los menores sobre todo a su círculo de amigos conocidos (al contrario de lo que apuntarían otros informes).
Otro factor al que apuntan los autores es que la facilidad de reenvío de la solicitudes de sus pares con comentarios del tipo «¡Fiu! Mira lo que me acaba de mandar Fulanito» crea la percepción de que si mandas algún mensaje de sexting acabará siendo público y avergonzándote.
Los resultados de una investigación reciente efectuada por un panel de jóvenes de instituto y universitarios en una conferencia acerca de Facebook apuntarían en ese sentido: los usuarios de esta comunidad virtual son plenamente conscientes de hasta qué punto es pública cualquier cosa que se publique en ella.
Nancy Willard, del CCRC, también destaca la diferencia entre riesgo y daño real: «Recibir una solicitud sexual no deseada es un riesgo. Cuántos adolescentes han resultado dañados es una cuestión mucho más importante.» Según su estudio de 2000 menos del 1% de las solicitudes llevó a un encuentro físico y de ellas ninguna acabó en una relación sexual.
Con todo, algunos medios han trasmitido la falsa idea de que esas solicitudes online en busca de sexo equivalen a una tasa equivalente de depredadores. Pero en los informes del CCRC nunca se ha indicado que provengan de adultos extraños: de hecho otros menores y jóvenes adultos son los que envían entre el 90 y el 94% de dichas solicitudes, cuando la edad es conocida. Además muchos de estos mensajes pretenden más fastidiar que seducir para un encuentro sexual offline. Según los investigadores de la Universidad de New Hampshire las solicitudes agresivas de adultos a adolescentes para tener un encuentro offline, llamadando al teléfono, o enviando emails, dinero o regalos… constituían tan sólo el 1%.
Según un estudio que acaba de ser publicado en la revista Pediatrics sobre el sexting entre los menores estadounidenses, sólo el 1% envían imágenes sexualmente explícitas (muestran pechos desnudos, genitales o el culo, según la definición del estudio) que podrían ser constitutivas de delito de pornografía infantil según las leyes de los EE. UU.
El estudio realizado por Kimberly J. Mitchell, David Finkelhor, Lisa M. Jones y Janis Wolak del Centro de Investigación sobre Delitos contra los Niños, de la Universidad de New Hampshire se centra en el sexting gráfico (envío de imágenes y vídeos sexuales por teléfonos móviles, Internet u otros dispositivos electrónicos) y se basa en entrevistas a 1.560 internautas de entre 10 y 17 años y a sus padres, realizadas telefónicamente entre agosto de 2010 y enero de 2011.
Grado de extensión del sexting
Otros datos revelados por el estudio son:
7% afirman haber recibido imágenes de otras personas desnudas o casi-desnudas.
El 5,9% las han recibido sexualmente explícitas.
De los que recibieron imágenes de sexting, el 56% eran chicas, y el 55% tenían 16 ó 17. Ninguna tenía menos de 12 años.
El 9,6% aparecía en imágenes desnudo o casi desnudo, o las había sacado o recibido (es decir, había estado implicado de alguna manera en un caso de sexting).
El 2,5% aparecía en dichas imágenes o las había creado. De esos, el 61% eran chicas, el 72% tenían 16 o 17 años y sólo el 6% tenían 10, 11 ó 12 años.
Del total de los entrevistados, el 1,8% se había sacado a sí mismo/a, el 0,3% había sido grabado/fotografiado por otra persona y el 0,4% había grabado/fotografiado a otro menor.
De los que salían en las imágenes o las habían sacado sólo el 54% mostraba pechos, genitales o culo desnudos.
Entre los que las recibieron, ese tipo de imágenes suponía el 84%.
El reenvío es poco frecuente: fueron distribuidas o publicadas en Internet en el 10% de los casos de sexting activo y sólo en el 3% de sexting pasivo.
El sexting activo sucedió:
Una sola vez en el pasado año, para el 41%.
Dos veces para el 23%.
De 3 a 5 veces para el 26%.
6 veces ó más para el 10%.
El sexting pasivo sucedió:
Una sola vez en el pasado año, para el 39%.
Dos veces para el 33%.
De 3 a 5 veces para el 22%.
6 veces ó más para el 6%.
Impacto emocional
Según el estudio el 21% de los que había practicado sexting activo habían acabado sintiéndose muy molestos, avergonzados o atemorizados. Esa cifra es del 25% entre los que recibieron sexting (pasivo).
El 28% acudieron a su padre, madre, profesor(a) o a la policía para comunicarles el hecho.
Fuente del sexting
En la mayoría de los casos de recepción de sexting, el responsable era alguien que el/la menor conocía.
El motivo más común era una relación sentimental, aunque también se citaron las bromas y el ligue. Una cifra importante de los menores que salían en el sexting (31%) lo habían hecho en relación con el consumo de alcohol o drogas. En los casos en que había mayores de edad implicado, todos tenían entre 18 y 21 años.
Un 3% de los que habían aparecido en las imágenes o las habían realizado, reconocieron hacer a causa de amenazas o un chantaje.
Conclusiones y críticas a estudios anteriores
Según las conclusiones del estudio, el grado de exposición de los menores estadounidenses al sexting hace necesario «proporcionarles información acerca de las consecuencias legales de dicha actividad, así como consejos sobre qué hacer si reciben una imagen de sexting». Sin embargo, opinan los autores que «los datos que muestra el estudio sugieren que el sexting está lejos de ser la norma entre los más jóvenes».
Los autores critican también otros estudios previos ampliamente citados acerca del sexting, como el realizado por la National Campaign to Prevent Teen and Unplanned Pregnancy que asignaba una prevalencia del 20% de esta actividad entre los jóvenes. Según estos pediatras dicho estudio adolece de problemas metodológicos como el no haberse hecho entre una población general y el haber incluido también a mayores de edad (18 y 19 años). También critican que las definiciones de imágenes de sexting usadas no haya sido suficientemente precisas en los estudios anteriores sobre el tema pues preguntan a los adolescentes acerca de imágenes de «desnudos o semidesnudos», «casi desnudos» o «sexualmente sugerentes», que en la práctica pueden incluir imágenes que cualquiera podría ver en una playa. Otros estudios ni siquiera diferencian entre sacarse una imagen y enviarla por un lado (sexting activo), y recibirla y retrasmitirla, por otro (sexting pasivo). El efecto de estos estudios, sería crear una alarma injustificada y amplificada por los medios de comunicación. Según sugiere el estudio, «el sexting puede que no esté indicando un cambio dramático hacia un comportamiento sexual más arriesgado entre los jóvenes, sino que puede que tan sólo esté sacando más a la luz algunos comportamientos de ese tipo para los adultos y las autoridades».
Para los autores, el suyo es el primer estudio que aborda la cuestión en detalle y con definiciones precisas del tipo de imágenes.
Los investigadores preguntaron en concreto:
¿Alguna vez te han enviado fotos o vídeos de chicos/as de menos de 18 años desnudos o semidesnudos, que otra persona había sacado?
¿Alguna vez has reenviado o publicado este tipo de fotos o vídeos?
¿Te has sacado alguna vez fotos o vídeos desnudo/a o casi desnudo/a?
¿Te ha sacado alguien ese tipo de fotos o vídeos?
¿Se los has sacado tú a alguien de menos de 18 años?
En el estudio los propios jóvenes definieron lo que eran imágenes de personas «desnudas o semidesnudas», incluyendo en dicha definición «fotos en ropa interior o trajes de baño, poses sexys con la ropa puesta y primeros planos de los genitales con ropa».
El estudio reconoce finalmente que la prevalencia del sexting puede ser mayor dado que el estudio se ha centrado en usuarios de Internet, y que este fenómeno no es exclusivo de la Red, principalmente por su existencia vía teléfonos móviles.
Fuente: Pediatrics. The American Academy of Pediatrics