Según un estudio realizado entre 1.700 adolescentes (de 12 a 18 años) de los Países Bajos y que ha publicado la revista Pediatrics, el sexting no es frecuente entre ellos, como tampoco lo es la búsqueda de sexo por medio de Internet, pero aquellos que lo hacen también suelen tener prácticas de riesgo en la vida offline.
Según la autora del estudio, Susanne Baumgartner, de la Universidad de Amsterdam, parece haber una relación entre los comportamientos sexuales de riesgo dentro y fuera de las medios digitales. El estudio identifica como prácticas arriesgadas relacionadas con las TIC:
Hablar de sexo con desconocidos através de Internet.
Buscar a alguien con quien tener sexo a través de Internet.
El estudio indica que los adolescentes que tienen más probabilidades de arriesgarse en este sentido son los que están menos satisfechos con sus vidas, los que buscan permanentemente nuevas sensaciones y los que tienen un nivel educativo más bajo. Por ello sugiere que se preste especial atención a estos chicos para prevenir actividades sexuales de riesgo.
Para el psicólogo Jeff Temple, de la Universidad de Tejas, esto muestra que la separación entre las vidas offline y online se está diluyendo progresivamente y que por ello los pediatras y los padres deben preocuparse por los comportamientos online tanto como con los offline. Si una chica o un chico están haciendo sexting, es probable que estén también haciendo cosas sexuales arriesgadas en el terreno físico.
Sexting, en su significado más puro y actual, es la producción de imágenes propias (fotografías o vídeos) de alto contenido erótico o pornográfico y su envío a otra persona mediante el teléfono móvil.
Realizar sexting, por lo tanto, no supone un daño en sí mismo para quien lo realiza salvo que su producción o envío pudiera tener consecuencias legales directas, como ocurre en alguno de estos casos donde, por ejemplo, la imagen:
puede ser calificada de pornografía infantil.
incluye otras personas que no han consentido su producción o difusión.
es de alto voltaje y enviada a menores o incapaces.
¿Por qué es una práctica de riesgo?
Pongamos el caso de una mujer adulta que genera un vídeo íntimo de sí misma, donde puede ser reconocida, y lo envía a su pareja con el deseo y convencimiento de que no será compartido con nadie. Los problemas pueden comenzar cuando esas imágenes llegan a otras personas, son publicadas online, o están en manos de un chantajista que, en ocasiones, puede incluso ser el destinatario original del envío.
Si la fotografía o grabación alcanza difusión pública, bien por haber sido publicada en Internet, bien porque se ha distribuido entre smartphones de forma profusa se produce una primera afectación del honor, la intimidad y la propia imagen.
Este problema en muchas ocasiones viene aderezado con hostigamiento social que, en el caso de una persona pública como Olvido Hormigos, alcanza incluso repercusión mediática. En los incidentes con personas menores de edad suele adquirir la forma de ciberbullying.
Cuando las imágenes llegan a manos de un chantajista, el problema sería el de la sextorsión, esto es, la solicitud de determinadas concesiones (dinero, imágenes, mantenimiento de relaciones sexuales o sentimentales…) a cambio de que la comprometida grabación no sea publicada online o enviada al círculo relacional de su protagonista.
Otras prácticas con similares consecuencias
Existen otras situaciones que, sin constituir sexting, a la postre nos ponen directamente en uno de los casos anteriores: imágenes íntimas y privadas en manos de terceros. Pueden ser imágenes delicadas producidas pero no enviadas de forma voluntaria sino robadas, como ya ha ocurrido, por ejemplo, con intrusiones en los smartphones o activación mediante malware de la webcam. También es común el caso en el que se practica cibersexo o se muestran actitudes sexuales o desnudos vía webcam y quien está al otro lado de la pantalla graba de forma permanente un show que cuyo protagonista pensaba era temporal y privado. También pueden ser imágenes cedidas de forma voluntaria por medio de engaños u obligatoria bajo presiones y amenazas. Este es el caso de Amanda Todd, adolescente de 15 años que se acabó suicidando el pasado 10 de octubre víctima de ciberbullying sustentado en unas imágenes de sus pechos que mostró por la webcam. La crueldad de una parte de su entorno de relaciones, potenciada por el alcance de Internet y las redes sociales, acabó con ella.
Violencia sexual digital y reformas legislativas
Las estadísticas y las consultas nos dicen que en mayor medida son las mujeres, adolescentes y jóvenes, quienes sufren las consecuencias de la existencia de imágenes íntimas en manos inadecuadas. La sextorsión, por lo general, se traduce en solicitudes de tipo sexual. Se trata de violencia de género en la Red, es violencia sexual digital. Constituye un fenómeno alarmante y creciente al que esperamos contribuyan a poner freno las recientes reformas propuestas para el código penalque solicitan un año de cárcel por difusión de imágenes íntimas aun cuando la grabación de las mismas hubiera sido consentida.
Información y recursos educativos sobre temas relacionados:
Un estudio de la Universidad del Sur de California, dirigido por Eric Rice y recién publicado en la revista Pediatrics, asocia el sexting entre adolescentes con una mayor probabilidad de un comportamiento sexual de riesgo. Los adolescentes que practican sexting son siete veces más propensos a ser sexualmente activos que los que aseguraban que no usan el móvil con fines sexuales. El trabajo advierte además de que el riesgo es aún mayor en el caso de los adolescentes de más edad y que no son heterosexuales.
Los investigadores se basaron en un amplio cuestionario a 1.839 estudiantes de instituto en Los Ángeles. El 75% de los que participaron tenían teléfono móvil y lo usaba todos los días. De ellos, casi el 16% (12% del total de estudiantes) reconoció haber enviado algún mensaje o una foto de sexo explícito y casi el 54% (40% del total) aseguró conocer a alguien que practicaba sexting.
La conclusión de los autores del estudio es que el sexting más que un sustituto del sexo físico, forma parte de un conjunto de prácticas sexuales de riesgo entre los adolescentes. Recomiendan a los médicos que hablen del sexting con los chicos de una manera amistosa como manera de introducir el debate sobre las prácticas de riesgo en general con el fin de prevenir ETS y embarazos no deseados, así como introducir el sexting y sus riesgos en el curriculum escolar de educación sexual.
Para el psicólogo y sexólogo Raúl Padilla, se relaciona con el concepto de prenda entre parejas para los momentos de separación física: «Es en este momento de separación cuando el amante le da al otro una prenda. Siglos atrás, se daba un pañuelo impregnado con la fragancia de la amada; con el tiempo, se cambió al retrato dentro de un broche, como el que le entregó Ana Tudor a Enrique VIII; pasamos al soldado en la trinchera con el retrato de su novia…», explica. Según él los límites a esta práctica los imponen por un lado, la apertura de las restricciones morales, y por otro, la tecnología. Para el también sexólogo Esteban Cañamares difundir el vídeo públicamente por venganza sí que denotaría «algún trastorno de personalidad, como el sadismo». El sexólogo reconoce que «cada vez se detectan más casos de gente que lo hace. Sobre todo de gente joven».
También existe la motivación de aquellos que comparten sus imágenes eróticas conscientemente en la Red. «Buscan realizarse en su sexualidad. Es gente que no se ve muy hombre, o muy mujer, no se sienten atractivos. Quieren llamar la atención. Necesitan el reconocimiento de los demás, ser halagados, ser deseados», asegura Cañamares.
Se han realizado ya varios estudios sobre el fenómeno del sexting. Así, el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (Inteco) publicó el pasado año la «Guía sobre adolescencia y sexting» realizada conjuntamente con PantallasAmigas. Los resultados estimaban que un 4% de los menores de entre 10 y 16 años se habían hecho a sí mismos fotos o vídeos en una postura sexy, mientras que un 8,1% reconocía haber recibido imágenes de esta naturaleza por parte de desconocidos. Más alarmantes son otros datos como los publicados en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, que estimaban que el 28% de los adolescentes americanos de entre 14 y 19 años habían posado desnudos y enviado las imágenes a través de sus teléfonos o e-mails.
«Las autoridades cada vez se enfrentan más a este tipo de sucesos», argumenta Jorge Flores, director de PantallasAmigas. En muchos casos porque el sexting puede convertirse en sextorsión. «Les dicen: ‘‘Tengo una imagen tuya y puedo chantajearte”. Incluso les pueden pedir que manden el vídeo con premeditación, pensando ya en un uso ulterior: ‘‘Si lo consigo, tengo ya un arma para sujetar a mi pareja”», añade Flores.
El hecho de que rostros populares hayan popularizado esta práctica, o que la Web aloje una gran cantidad de videos pornográficos amateur protagonizados por personas muy jóvenes, ha favorecido que los adolescentes lo trivialicen. Y es que «es preocupante que entre los menores se normalice esta actitud». Y lo es más por otro problema añadido: «El tráfico de fotos de niños adolescentes, conseguidos por adultos que se hacen pasar por menores y los engañan en las redes sociales. Buena parte de la pornografía pederasta viene de ahí».
Algunos políticos víctimas del sexting
OLVIDO HORMIGOS / Concejala del PSOE
Tras protagonizar un vídeo erótico que ha dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales, la concejala de Los Yébenes presentó su dimisión como edil el 3 de septiembre. Tras los apoyos recibidos reconsideró su postura.
ILSE UYTTERSPROT / Alcaldesa belga
La alcaldesa belga fue sorprendida en 2009 por un videoaficionado en el castillo de Olite (Navarra) dando rienda suelta a sus pasiones. El vídeo se convirtió en viral en 2011, cuando alguien la reconoció y lo divulgó. No dimitió.
ANTHONY WEINER / Excongresista de EE UU «Pido disculpas por los errores personales que he cometido y el bochorno que he causado», dijo el congresista demócrata estadounidense tras el escándalo por enviar fotos de él desnudo y tocándose sus partes. Dimitió.
KARINA BOLAÑOS / Ex ministra de Costa Rica
Fue destituida de su cargo cuando se filtró este verano un vídeo caliente dirigido a su amante en el que jugueteaba con una almohada y en el que le dedicaba ardientes palabras: «Aquí estoy, sola, deseándote. Todo lo que ves es tuyo».
Con apenas 12 años Beatriz (nombre ficticio) se refugió en las redes sociales. La situación en su casa no era muy buena y los problemas económicos complicaban la convivencia. Ella disfrutaba creando nuevas amistades, con las que compartía pensamiento, preocupaciones y risas. «Pasaba largas horas frente al ordenador chateando con unos y otros. En uno de ellos encontré a una supuesta chica con la que hablé bastante hasta que le di mi e-mail. Ella me dijo que me iba a hacer un casting para una serie de televisión que me gustaba mucho y me lo creí», recuerda. «Entonces me pidió que me mostrara delante de la webcam… Y lo hice. Al principio estaba con ropa y luego, me pidió que me fuera desnudando hasta que le mostré el pecho casi sin darme cuenta… Me negué cuando me pidió más».
Esta negativa no gustó a su interlocutora, quien comenzó a amenazarla: «Me dijo que repartiría fotos y vídeos míos por toda la red si me negaba a mostrarle todo el cuerpo desnudo, y que iría a por mi familia. Al final, cedí a sus chantajes por miedo. Hasta que un día decidí borrar el Messenger y dejar de lado el ordenador». De eso hace ya cuatro años.
Beatriz recuerda los meses posteriores con mucho miedo: «Pensé que tenía un vídeo mío y que lo iba a poner en Internet. Aquello me afectó en mis relaciones sociales, soy muchísimo más desconfiada con quien no conozco». Con el tiempo, volvió a utilizar Internet, incluso las redes sociales, «pero jamás cuelgo fotos mías ni tampoco doy mucha información. Me siento segura desde un anonimato parcial».
Con apenas 12 años, Beatriz experimentó en primera persona (como muchas otras chicas y chicos) los peligros del sexting (envío de imágenes de contenido sexual producido por el remitente a través de un mensaje de móvil o de Internet). «El problema es que los adolescentes no ven nada malo en ello y, sin embargo, puede tener consecuencias muy serias», explican desde PantallasAmigas, iniciativa para la promoción del uso seguro de las nuevas tecnologías.
¿Dónde puede terminar esa imagen? «Las hemos encontrado en ordenadores de pederastas, o en el portátil de un vecino que empieza a pedirle dinero a cambio de no decírselo a sus padres (sextorsión)», señalan fuentes policiales.
El problema, insiste Zalduegui, es que los menores —e incluso «muchos adultos»— no son conscientes de lo que supone no controlar la difusión de esas imágenes, su destino y las consecuencias que puede acarrear. «No es que haya que ser desconfiados, es que en la Red uno pierde el control de su imagen», reitera Zalduegui, quien recorre los institutos explicando a los chavales las consecuencias de publicar sus fotos. «Les explico que cuando recibes un mensaje con una foto y lo reenvías sin permiso, puedes estar cometiendo un delito, máxime si el o la protagonista de la foto es menor». No obstante algunos estudios incluso apuntan a que pese a ser conscientes de algunos de los riesgos (como el legal), los adolescentes siguen haciendo sexting.