Los padres de Jessie Logan, la adolescente que se suicidó en 2008 tras el ciberbullying sufrido a partir de una foto de sexting difundida sin su consentimiento, han llegado a un acuerdo extrajudicial con las autoridades educativas del distrito escolar de Sycamore (en Cincinnati, Estados Unidos). En junio de este año las autoridades judiciales habían considerado que los padres de la joven habían aportado suficientes pruebas en su acusación contra el colegio, es decir, que podía considerarse a este responsable de no haber defendido a la estudiante ante la situación de acoso que la condujo finalmente a quitarse la vida.
El caso de Logan sentó precedentes legales en su momento y puso en marcha una reforma legislativa: en este estado norteamericano se aprobó la Jessica Logan Act, que entrará en vigor el próximo 4 de noviembre y que entre sus disposiciones obliga a los centros educativos a prohibir el ciberbullying.
La experta estadounidense Parry Aftab, colaboradora de PantallasAmigas, ha estado también muy implicada en la sensibilización social a partir de este caso. Como muestra, este vídeo (en inglés) con la madre de Jessie:
Hace dos años ella apenas tenía 12. Decidió mantener relaciones sexuales con su novio, un joven mayor de edad. Él videograbó el acto sexual con un teléfono celular y, con la aprobación de ella, subió las imágenes a una red social. En poco tiempo, el material se difundió en otros webs.
Los comentarios en la Web sobre los atributos sexuales de la chica no se hicieron esperar y las solicitudes de amistad en el Messenger de ella llegaron en centenas. La adolescente aceptó a varios amigos, entre ellos a uno que más tarde la amenazó con difundir las imágenes entre sus familiares si no se desnudaba frente a una cámara web.
La sextorsión continuó durante meses, hasta que la adolescente decidió comentar el problema con sus padres, quienes denunciaron los hechos ante la Procuraduría General de Justicia de Distrito Federal de México, donde residían. Tras una investigación de la Policía Cibernética, se supo que el amigo virtual vivía en España. Hasta la fecha, el sextorsionador sigue libre.
Éste es un caso de sexting entre millones. Tan sólo en Estados Unidos, la encuesta Sexo y tecnología realizada por The National Campaign to Prevent Teen and Unplaneed Pregnancy reveló que una de cada cinco mujeres de entre 13 y 20 años había enviado imágenes de sí misma con contenido sexual a través de un celular o de Internet. En Argentina determinaron que el 36% de los adolescentes de entre 12 y 18 años había enviado alguna vez fotos suyas en pose provocativa. En México se estima que de las fotografías de sexting de usuarios mexicanos que se suben a las redes sociales, 75% corresponden a mujeres, aunque no hay datos sobre cuántas corresponden a menores.
Según expertos, los adolescentes practican el sexting con el afán de llamar la atención, obtener reconocimiento, popularidad o aceptación. Otro de los motivos psicológicos de esta práctica es el autoerotismo, experimentado por todos los seres humanos desde los primeros años de la infancia. Autoerotizarse, aseguran los psicólogos, no representa problema alguno; los inconvenientes llegan cuando se vuelve público en espacios como Internet y éste es aprovechado por los pederastas para abusar sexualmente de los menores o sextorsionarlos.
La especialista señala que el problema ahora reside en que «las nuevas herramientas tecnológicas permiten socializar la sexualidad. Algo que se podría mantener en el ámbito privado, se hace completamente público».
«Muchas veces, esta cuestión de exhibirse es una forma de buscar aceptación, admiración. Las reglas y normas sociales, que antes eran más estrictas, lo podían impedir (que se hiciera públicamente), pero con los medios de comunicación las barreras físicas han desaparecido», afirma la doctora en psicología, Benilde García Cabrero.
Los nativos digitales nacieron en un mundo conectado a través de Internet y con programas televisivos como los reality shows que «han roto la barrera entre lo público y lo privado», según García Cabrera.
Las redes sociales más usadas por los adolescentes para practicar el sexting directamente público son MySpace, Metroflog, Sexiflog, Flodeo, Fotolog, Sexyono y Hi5. En ellas abundan fotografías de menores de edad en posiciones sugerentes, con poca ropa o en prácticas sexuales explícitas, que reciben comentarios rijosos por parte de otros usuarios. En muchos de los casos, no es necesario si siquiera estar inscrito en la red social para ver las imágenes.
En las redes sociales hay incluso perfiles dedicados a coleccionar fotos de sexting de chicas, que son tan populares que son ellas quienes hacen todo lo posible por aparecer en la colección. El usuario no acepta a cualquiera: sólo las imágenes que dejan al descubierto partes del cuerpo.
Internet sirve «como vitrina de fotografías eróticas de menores, y añade la posibilidad de agredir, de extorsionar, de humillar», resaltó García Cabrera.
Aunque en muchas fotografías de desnudo autopublicadas en la Red el protagonista no muestra su rostro, lo que dificulta saber si se trata o no de un menor de edad, uno de los riesgos más preocupantes que corre un(a) adolescente al practicar sexting es convertirse en víctima de un pederasta o de alguna red de pornografía infantil. Las redes sociales facilitan a este tipo de delincuentes entrar en contacto con los menores de edad, ofreciendo la posibilidad de publicar datos personales, como el lugar de residencia, el correo electrónico y la cuenta de mensajería instantánea.
Según Eduardo Zepeda Estrada, director de una empresa de seguridad informática, los groomers en menos de 15 minutos son capaces de convencer a los menores para desnudarse frente a una cámara web, y para realizar prácticas sexuales. Para abordar a los más pequeños en los chats los pederastas suelen hacerse pasar por niños de su edad, para luego preguntarles sobre su cuerpo y pedir que conecten la cámara para verlo. Una vez que los niños acceden a la petición del pederasta, éste los chantajea para obtener más imágenes.
El gancho para obtener fotografías o videos de adolescentes es distinto. El pedófilo les puede prometer convertirlos en modelos, actrices, actores, cantantes. También suelen hacerse pasar por otra persona muy atractiva.
Cuando las víctimas intentar detener las solicitudes sexuales, los groomers los amenazan con hacer daño a alguien de la familia. Ante estas situaciones de chantaje los adolescentes sienten impotencia, estrés, angustia y depresión o, en casos extremos, los lleva al suicidio porque se sienten incapaces de resolver el problema.
En el caso del sexting, los abusos cometidos contra menores pueden vincularse en México —como en otros países— al delito de pornografía infantil, pero es muy difícil capturar a los delincuentes. En caso de hallar al responsable, si éste es otro/a menor, se considera que no hay delito.
El 30 de noviembre, el IFAI mexicano anunció que promoverá en dicho país el Memorándum de Montevideo, para proteger los datos personales, especialmente de niños y adolescentes, en las redes sociales.
Aparte de las cuestiones legales o educativas asociadas al fenómeno del sexting, y de los casos trágicos asociados a él como el de Jessie Logan, surge la cuestión de por qué, exactamente, envían este tipo de mensajes los adolescentes. ¿Es una nueva revolución sexual, o es simplemente una moderna forma de ligar? Los estudios más citados sobre el tema mencionan que la presión de sus iguales condiciona a las chicas que envían sexting: para el 51% de las chicas la presión de un chico es un factor relevante, mientras que el sexto opuesto sólo lo es para el 18% de los chicos (National Campaign to Prevent Teen and Unplanned Pregnancy).
Conseguir atención puede ser otra motivación: 2/3 de las chicas y chicos en esa misma encuesta dijeron que usaban el sexting para ser graciosos o para ligar.
Según un estudio de menor amplitud presentado en una conferencia sobre salud mental en Canadá no se ha encontrado evidencia de que los adolescentes usen el sexting como una herramienta para mejorar su estatus social. Para la psicólogoa Susan Lipkins, autora del estudio, el sexting podría ser un síntoma de una revolución sexual en la cual compartir material erótico sería común.
«El sexting es sólo la punta del iceberg. Refleja el sexo informal, los cambios en la manera de apreciar el propio cuerpo, la privacidad, la propiedad, el espacio físico y personal.» Para ellos, la sexualidad es parte de la cultura, emblemático de una atmósfera hipersexualizada. En efecto, el rollete casual ha reemplazado prácticamente el salir juntos entre muchos jóvenes adultos, según algunos sociólogos.
Lori Getz, fundadora de Cyber Education Consultants lanza un aviso para madres (y padres) en el web MomLogic acerca del sexting: ¿Crees que tus hijos no están haciendo sexting? Piénsalo dos veces, porque sí lo hacen y les puede cambiar la vida.
Según advierte, hoy día todas las inseguridades típicas de la adolescencia pueden ser captadas por una cámara y los momentos más íntimos, ser publicados en Internet a la vista de todo el mundo.
Y lo ejemplifica con la historia de una chica de 15 años que sintió que el mundo terminaba cuando un vídeo de ella desnuda fue publicado en la Red. Un noviazgo con un chico 3 años mayor, cuando tenía 13, pasó del mundo real a MySpace y el chat. Al de un tiempo el chico le pidió un vídeo de ella desnuda, y ella pensó contentarle y hacerlo lo correcto con una simple foto de su trasero. Pero aquello disparó su exigencia de más material erótico hasta que consiguió convencerla de enviarle un vídeo bailando en topless que la chica grabó con la videocámara familiar.
Él la engañó para que se lo mandase utilizando diferentes servicios online. La chica acabó harta y tras un tiempo sin noticias recibió una llamada de su mejor amiga: «¡Así que habías grabado un vídeo porno y no me habías dicho nada!» La amiga había recibido un vídeo a través de Facebook con el mensaje «¿Creías que conocías a tu mejor amiga? Es una zorra». El vídeo había sido publicado en un web de pornografía amateur. El asunto trascendió a todo el instituto: todas las miradas y cuchicheos se dirigían a ella. Esto le provocó ataques de pánico y paranoia ante el temor de que llegase la noticia a oídos de sus padres.
La chica acabó acudiendo a Lori, quien la aconsejó para ir a hablar con su tutor quien acabó acompañando a la chica a hablar con sus padres. La historia terminó bien, puesto que encontró el afecto y comprensión de sus padres a tiempo. Lori termina su historia recorando otra que acabó trágicamente: el suicidio de Jessica Logan por un caso similar, y también los casos de detenciones de adolescentes por realizar Sexting o bien Sexcasting.
El chico de esta historia está siendo juzgado por distribución de pornografía infantil.
Según un estudio realizado en los EE.UU. uno de cada 5 adolescentes había enviado fotos suyas en diversos estadios de desnudez. En Gales también puede ser considerado delito de pornografía infantil. Los padres, preocupados ante la posibilidad de que sus hijos sean captados por pederastas en la Red no suelen imaginar las implicaciones legales que puede tener esta moda para sus hijos, que pueden convertirlos en delincuentes sexuales a ellos mismos.
Aunque los chicos no distribuyan las fotos, su simple posesión puede ser un delito. La tendencia de enviar fotos ligeras de ropa a redes sociales online como Bebo va en aumento y preocupa en Gales ya que prácticamente todos los adolescentes tienen su móvil con cámara.
John Carr, de la agrupación de ONGs británicas Children’s Charities’ Coalition on Internet Safety explica la situación: «Publicar cualquier foto de un menor de 18 años que sea de naturaleza sexual, es ilegal. Así que los propios menores que ponen fotos pornográficas suyas en la Red o comparten este material por medio de sus teléfonos móviles están, técnicamente, infringiendo la ley». De hecho en los EE.UU. ya se han producido varias detenciones e incluso condenas por ello.