Sexting: un nuevo riesgo para los menores

Comunicaciones sexuales por medio de teléfonos móviles


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Guardar fotos de sexting en sus ordenadores expuso a 230 personas a sufrir ‘sextorsión’

SextorsiónTras dos años de investigación, la ciberpatrulla del FBI ha detenido a un californiano de 31 años por amenazar a sus víctimas y realizar chantajes de tipo sexual (sextorsión, en palabras de la policía) tras infectar sus ordenadores con un malware de tipo troyano.

Este malware le permitía controlar la webcam y el micrófono de los ordenadores infectados, además de tener acceso a los ficheros y todo lo que se tecleaba en ellos. Después usaba esa información para chantajear a las más de 200 víctimas, muchas de ellas adolescentes.

Una vez que lograba infectar un ordenador, se valía de técnicas de ingeniería social para extenderlo en una red social online: suplantaba la identidad de algún conocido y ofrecía ver un vídeo. Cuando la gente aceptaba el anexo, el caballo de Troya se instalaba, dándole completo control del PC.

El FBI explicó que no era ningún hacker, sino una persona con conocimientos medios: «Cualquiera puede hacer esto con las herramientas que están disponibles en la Red».

Ilustración de CuidadoConLaWebcam.comEl sextorsionador creaba una situación de angustia en sus víctimas, principalmente adolescentes, mediante amenazas de difusión de su privacidad, usando el miedo para controlarlas. Así, solía adjuntar a emails remitidos a sus víctimas una foto íntima de ellas mismas que había encontrado en el equipo infectado, y les exigía que grabasen un vídeo explícito para él, bajo la amenaza de enviarles a los padres dicha fotografía si no accedían a la petición.

Según el FBI podía haber seguido controlando para siempre la intimidad de sus víctimas, como un perpetuo espectro voyeur que acompañaría cada segundo de sus vidas en sus habitaciones, si no hubiese dado el paso de establecer contacto. Esto resulta quizás aún más aterrador: ¿cuántos adolescentes estarán sufriendo esta vigilancia de desconocidos sin saberlo?

Fuente: IDG now UOL

¡Cuidado con la webcam!PantallasAmigas contribuye a la sensibilización mediante webs temáticos y animaciones didácticas en torno a este problema y otros derivados del uso de la webcam y del sexting. Uno de ellos es CuidadoConLaWebcam.
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Sexting, webcams y prostitución online: recordando el caso Berry

En un momento en que las webcams proliferan como setas por los cuartos de los menores internautas de medio mundo es útil recordar un caso que conmocionó a la opinión pública hace unos pocos años y que avanzó cuáles pueden ser algunos de los riesgos más graves que pueden acompañar a este periférico. Justin Berry, un muchacho estadounidense, montó un negocio de pornografía infantil en la que él mismo era protagonista, con tan sólo 13 años. Estuvo obteniendo beneficios de mostrarse desnudo y manteniendo relaciones sexuales ante la webcam durante 5 años. Finalmente obtuvo inmunidad de la justicia de su país a cambio de aportar información sobre el mundo de porno infantil online el que se movió durante esos años de ignorado y lucrativo delito adolescente. Hoy en día Justin da conferencias acerca de los peligros de la Red, el alcoholismo y el abuso de otras drogas.

Él era un chico normal, delegado de su clase, deportista, con buenas notas y que incluso tenía su propio negocio de desarrollo web. Pero, de manera secreta, también era una estrella de los webs de pornografía infantil desde los 13 a los 18 años. Todo comenzó cuando instaló su webcam a la búsqueda de amigas de su edad, algo que no encontraba fácilmente en el mundo real. Lo que acabó encontrando en un directorio de webcams fueron mayormente hombres que se deshacían en halagos, llenaban un vacío emocional en su vida y le ofrecían regalos. Un día uno de ellos le ofreció 50 dólares por quitarse la camiseta delante de la webcam: él pensó, «¿por qué no aceptarlos si hacía lo mismo gratis cuando iba a la piscina?». Así fue como empezaron 5 años en los cuales acabó vendiendo imágenes de su cuerpo en Internet, masturbándose y manteniendo relaciones sexuales frente a la cámara por dinero. Llegó a tener unos 1.500 clientes que le reportaron cientos de miles de dólares.

Fue descubierto en Internet por un reportero del New York Times, Kurt Eichenwald, que acabó convenciéndolo para dejar la pornografía y acudir a las autoridades. Finalmente el caso fue desvelado al público en un artículo publicado en diciembre de 2005 titulado Through His Webcam, A Boy Joins A Sordid Online World. El reportaje revelaba la existencia desde hacía años de webs de pornografía de pago protagonizada por menores (a menudo guiados por adultos) como el de Justin, cuyos contenidos eran generados desde los cuartos cerrados de los menores, en casa de sus padres, y que seguían siendo intercambiados online incluso cuando estos webs desaparecían.

En este tipo de webs los menores (que se bautizaron colectivamente como camwhores en los tiempos de Justin) programan masturbaciones retrasmitidas en directo o incluso aceptan shows privados interactivos donde realizan lo que los clientes les piden vía chat, en una especie de Matrix de las webcams, que sólo unos pocos conocen. En otros webs más amateurs los/las adolescentes ofrecen imágenes más y más atrevidas, simplemente a cambio de recibir más votos que otros/as.

Al de un tiempo de comezar su ilegal negocio, Justin poco consciente de los riesgos que implicaba, acudió a una cita con uno de los adultos implicados en él y sufrió abusos sexuales, que marcaron el comienzo de una etapa de sórdida caída en la que negociaba dura y fríamente con sus clientes, amenazaba a otros adolescentes competidores, iba separándose de su vida real, etc. Cuando tenía 16 años un antiguo compañero de clase descubrió vídeos de Justin en Internet y los comenzó a distribuir en la ciudad, incluso a compañeros del colegio. Entonces Justin dejó de ir a clase, según le dijo a su madre por problemas con los compañeros, para seguir sus estudios a través de teleformación. Posteriormente marchó a México con su padre, a quien puso al corriente de sus actividades (según revelaría más tarde) y comenzó a emitir relaciones con prostitutas en un tercer sitio web que abrió (con un modelo mayor de edad en la portada para dar una fachada de legalidad), y a consumir cada vez más marihuana y cocaína. Sufrió repetidos abusos por parte de otro cliente y comenzó sus intentos de abandonar esa vida, vagando por los Estados Unidos, refugiándose en la religión y incluso considerando el suicidio. Pero para su adicción a las drogas necesitaba el dinero y acabó asociándose con uno de sus clientes-abusadores en un nuevo web donde además de él, se ofrecían imaǵenes de otros adolescentes: al cumplir los 18 cruzó con ellos la línea que separaba la víctima menor del abusador adulto. Fue poco después cuando fue contactado por el reportero del NY Times y se abrió para él una vía de salida de aquel mundo.

El posterior testimonio de Justin ante comités del Congreso estadounidense ayudó a endurecer las leyes de ese país contra la pornografía y el abuso infantiles en Internet.

Ya en los primeros años del siglo los adultos buscaban a menores de directorios de webcams y en webs de hacer amigos (hoy son llamados redes sociales online) y si respondían a sus mensajes comenzaban el proceso conocido como grooming. Algunos adolescentes piden regalos por medio de las listas de deseos de algunas tiendas online (uno de los habituales que reciben son precisamente cámaras de mayor calidad, para nutrir a los groomers con lo que desean), reciben recargas de móviles y otros incluso llegan a cobrar cuotas mensuales a sus clientes. En estos casos algunos negocios online se benefician indirectamente de esta lucrativa actividad ilegal.

Aunque lógicamente no todos los protagonistas de este tipo de pornografía se lucran: muchos menores ni siquiera son conscientes de ser explotados, cuando realizan sexting o sexcasting voluntariamente, y dichas imágenes acaban en webs porno. El sexting, el grooming, las webcams y graves delitos como la explotación y el abuso sexuales están unidos en la Red de una manera que los padres y los menores deberían conocer para evitar historias como la de Justin Berry.

Fuente: Wikipedia y The New York Times.


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Aumenta la problemática del sexting en EEUU

Entre los adolescentes de 13 a 16 años se ha convertido en un hábito social compartir imágenes sexuales entre compañeros de clase a través del teléfono móvil. está de moda entre los adolescentes de 13 a 16 años.

En el Sur de California los casos de sexting han provocado la suspensión de alumnos y la intervención de los distritos escolares, así como de los departamentos de policía. Ambos buscan contrarrestar una moda que crece, tanto como los peligros que ésta implica.

«Hemos tenido situaciones donde los niños bajan material pornográfico de las computadoras de sus padres para después distribuirlas por teléfono entre sus compañeros. Si la situación es recurrente no tenemos otra opción que suspender o expulsar a ese alumno», declara Bill Henry, director del Departamento de Servicios Comunitarios del Distrito Escolar Unificado de Riverside.

Las imágenes de alumnos de secundaria realizando actos sexuales o las de menores mostrándose desnudas corren con velocidad de móvil en móvil. Algunas de ellas, afirman los expertos, son grabadas sin permiso de las menores y hoy forman parte del amplio material pornográfico de depredadores sexuales.

«Para ellos podría tratarse de un juego, pero están poniendo en riesgo su vida», dijo el teniente Fernando Arroyo de la Unidad de Delitos del Departamento de Policía de Los Ángeles.

Aunque los padres afirman aceptar el endurecimiento de las políticas de uso de celulares en las escuelas, organizaciones civiles de derechos humanos abogan por la libertad de expresión de los alumnos.

«No se debería de perseguir a los menores por algo que no tiene intenciones criminales. Para estos niños simplemente se trata de juegos tontos, y castigarlos por estas actividades no sólo los reprime sino que atenta contra la libertad de expresión», indicó Witold Walczak, abogado de la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU).

«La agresividad social y sexual de las jovencitas de esta generación es un fenómeno cuyas repercusiones ya se están viendo. Ahora tenemos más niñas adictas, más embarazos y más adolescentes encarceladas», dijo Martha Varela, directora de los programas Youth & Family Services del Condado de Los Ángeles.

De acuerdo con la oficina del FBI, los padres pueden reducir el riesgo de que sus hijos reciban se expongan a depredadores sexuales e incluso el acoso sexual de los propios compañeros de clase, instalando un dispositivo en los celulares que bloqueen contenido sexualmente explícito.

Fuente: impre.com